jueves, 12 de enero de 2012

DIPUTACION DE FORMACION: Segundo día de Quinario


PREDICA: Rvdo. P. Fray Pedro Fernández Alejo, O.SS.T., Párroco de San Ignacio de Loyola y Delegado Diocesano de Pastoral Penitenciaria.

SEGUNDO DIA:
TEMA CENTRAL: Jesús enseñaba con autoridad y pasó haciendo el bien.
    Enseñar no es igual que adoctrinar
    De la abundancia del corazón habla la boca
    Las hermandades deben ser estructuras apostólicas.
    La Iglesia somos todos
    ¿Leo y medito el evangelio de cada día?
    ¿Me dejo enseñar y convertir por Cristo?


TU ROSTRO BUSCARÉ, SEÑOR” (Salmo 26)

Subo a la montaña para orar, buscando los destellos de tu rostro; me pongo en tu presencia y la nube me ilumina, la nube que me envuelve y me penetra, transparencia de tu gloria, sacramento, y guardo tu rostro y tu palabra.

Tu rostro buscaré, Señor; orando en el templo, buscaré; esperando tu palabra, buscaré; escuchando tu silencio, buscaré; y buscando siento que me miras, y extraño la mirada de tu rostro.

Tu rostro buscaré, Señor; bajaré hasta la choza y la chabola, para orar, para estar con  los excluidos, inmigrantes de color, receptores de todos los rechazos y desprecios, rostros humillados, suplicantes, en el fondo, como el tuyo; el cielo se abre en su presencia y yo me siento como un reo porque no hay lugar en nuestras casas para ellos.

Tu rostro buscaré, Señor; me acerco al hospital en oración buscando tu rostro en los enfermos, rostros doloridos, tu rostro ensangrentado, son un cielo abierto, y los beso, y te beso.

Tu rostro buscaré, Señor; en oración, hasta en la cárcel, rostros odiosos, machacados, son tu rostro en el infierno por la desesperanza y la tristeza, y los quiero, porque tu misericordia les devuelve su belleza.

Tu rostro buscaré, Señor, orando, en los ríos humanos de la ciudad, en las colas del autobús o en el metro, en los estadios y grandes  almacenes, en los templos; rostros desdibujados, impacientes, tu rostro anónimo todavía, y los voy llamando por su nombre.

No me escondas tu rostro, Señor, porque se hace de noche, quiero entrañar tu rostro deseado, con todos sus destellos, tu rostro, icono del Padre, la más brillante teofanía.

¡Tu rostro, Jesús, me descubre que Dios está enfermo, muy enfermo, de amor!

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