PREDICA: Rvdo. P. Fray Pedro Fernández Alejo, O.SS.T., Párroco de San
Ignacio de Loyola y Delegado Diocesano de Pastoral
Penitenciaria.
SEGUNDO DIA: TEMA CENTRAL: Jesús enseñaba con autoridad y pasó haciendo el bien.
SEGUNDO DIA: TEMA CENTRAL: Jesús enseñaba con autoridad y pasó haciendo el bien.
● Enseñar no es igual que adoctrinar
● De la abundancia del corazón habla la boca
● Las hermandades deben ser estructuras
apostólicas.
● La Iglesia somos todos
● ¿Leo y medito el evangelio de cada día?
● ¿Me dejo enseñar y convertir por Cristo?
“TU ROSTRO
BUSCARÉ, SEÑOR” (Salmo 26)
Subo a la montaña para orar, buscando los
destellos de tu rostro; me pongo en tu presencia y la nube me ilumina, la nube
que me envuelve y me penetra, transparencia de tu gloria, sacramento, y guardo
tu rostro y tu palabra.
Tu
rostro buscaré, Señor;
orando en el templo, buscaré; esperando tu palabra, buscaré; escuchando tu
silencio, buscaré; y buscando siento que me miras, y extraño la mirada de tu
rostro.
Tu
rostro buscaré, Señor;
bajaré hasta la choza y la chabola, para orar, para estar con los excluidos, inmigrantes de color,
receptores de todos los rechazos y desprecios, rostros humillados, suplicantes,
en el fondo, como el tuyo; el cielo se abre en su presencia y yo me siento como
un reo porque no hay lugar en nuestras casas para ellos.
Tu
rostro buscaré, Señor;
me acerco al hospital en oración buscando tu rostro en los enfermos, rostros
doloridos, tu rostro ensangrentado, son un cielo abierto, y los beso, y te
beso.
Tu
rostro buscaré, Señor;
en oración, hasta en la cárcel, rostros odiosos, machacados, son tu rostro en
el infierno por la desesperanza y la tristeza, y los quiero, porque tu
misericordia les devuelve su belleza.
Tu
rostro buscaré, Señor,
orando, en los ríos humanos de la ciudad, en las colas del autobús o en el metro,
en los estadios y grandes almacenes, en
los templos; rostros desdibujados, impacientes, tu rostro anónimo todavía, y
los voy llamando por su nombre.
No me escondas tu rostro, Señor, porque se
hace de noche, quiero entrañar tu rostro deseado, con todos sus destellos, tu
rostro, icono del Padre, la más brillante teofanía.
¡Tu
rostro, Jesús, me descubre que Dios está enfermo, muy enfermo, de amor!
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